EL
MUNDO
6 julio
2021
Las
huellas ocultas de las prótesis mamarias
Andrea Santamaría
Miles de mujeres se están movilizando
para dar a conocer la enfermedad del implante mamario, una patología que muchos
médicos aún desconocen
Ilusión. Ilusión por verse y sentirse mejor. Ese es el
sentimiento que lleva cada año a miles de mujeres españolas al quirófano para
aumentarse los pechos. Meses y años después de la operación, muchas están
viviendo una realidad muy distinta a esa que algún día imaginaron. Son víctimas
de la enfermedad del implante mamario o síndrome de ASIA, de la que todavía no
se conoce demasiado, ni en las consultas ni en la calle.
Esta enfermedad aparece desde hace aproximadamente dos años
en los consentimientos informados que las candidatas a una cirugía de aumento o
reconstrucción de pecho con implantes firman antes de la operación. Y se
manifiesta en forma de una larga lista de 30 síntomas
inespecíficos, entre los que se incluyen fatiga crónica, gastritis, pérdida de
cabello, apnea o depresión.
"Hay gente que, por suerte, se está enterando pronto.
Yo he perdido 20 años de mi vida. Me ha costado pareja, me ha costado negocio,
me ha costado no poder hacer muchas cosas con mis hijos...". Mary Guijarro
no puede evitar emocionarse al contar su historia. Desde que, a los 24 años, se
puso implantes, ha vivido "una pesadilla", hasta el punto de llegar a
"perder las ganas de vivir". En su caso, la enfermedad vino
acompañada de fuertes dolores musculares, colon irritable, acúfenos y pérdida
de memoria. Esto último es especialmente doloroso para ella: "Es realmente
triste. No recuerdo ni el nacimiento de mis hijos. En realidad, no recuerdo
años enteros de mi vida. A veces me quedo en blanco en medio de la calle en un
barrio que conozco de toda la vida, pero no consigo saber dónde estoy".
Desconocimiento médico
Muchas de las afectadas, al igual que Mary, recorren las
consultas de Atención Primaria y de especialistas de todo tipo en busca de
respuestas, pero la inespecificidad de sus síntomas no contribuye a que puedan
recibir un diagnóstico rápido y correcto. Ana Llabona,
otra de las pacientes, afirma que, en 10 años, le vieron cerca de 50 médicos de
casi todas las especialidades, pero ninguno logró identificar el origen de sus
dolencias: "Esto de la enfermedad les suena a chino. No es que la nieguen,
es que no tienen ni idea, ninguno. Los cirujanos plásticos sí que lo saben,
pero no les interesa aceptarlo, lo ocultan. La industria mueve muchísimo
dinero".
El reconocimiento de la enfermedad del implante mamario por
parte de las grandes instituciones de salud es reciente. Pese a años de
investigación, no fue hasta mayo de 2019 cuando la agencia reguladora
estadounidense, la FDA (Food and Drug Administration), informó de que había mujeres reportando
una serie de síntomas sistémicos tras ponerse implantes, los cuales
desaparecían al explantarse (es decir, al someterse a
una intervención de retirada de las prótesis mamarias).
Este fue uno de los logros de las más de 146.000 mujeres de
todo el mundo que forman parte del grupo de Facebook 'Breast
Implant Illness and Healing by Nicole' (en español, 'Enfermedad del Implante
Mamario y curación, por Nicole'). En esta plataforma, desde el año 2016, se
apoyan unas a otras, comparten información y se organizan para dar visibilidad
a la enfermedad y luchar por su reconocimiento.
En España también se ha creado un grupo de Facebook para,
entre otras cosas, recomendar cirujanos de todo el territorio nacional. Se
llama 'Implantes mamarios y enfermedades-España', y de él ya forman parte más
de 1.700 mujeres. El pasado 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional
de la Mujer, varias de ellas pusieron en marcha un proyecto
"ilusionante": la asociación de mujeres afectadas por la Enfermedad
del Implante Mamario, España (EIME). Con ella, buscan "visibilizar la
afección y apoyar a las mujeres que la sufren", según cuenta Anabel, una
de sus tres fundadoras.
Y es que, hasta el momento, la mayoría de las afectadas
descubren la existencia de la enfermedad a través de las redes sociales. Muchas
influencers, como Angie Monasterio, Rosy McMichael o
la actriz Ashley Tisdale, de High School
Musical, han contribuido a su difusión compartiendo sus propias experiencias.
Gracias a ellas, miles de mujeres anónimas, que llevaban mucho tiempo sufriendo
en silencio, encuentran un lugar donde hablar abiertamente de lo que les pasa:
"Encontrar los grupos fue un tremendo shock. No podía creerlo, estaban
contando mi historia. Después de haber probado soluciones de todo tipo, eso es
lo que me llenó de esperanza, el pensar que no voy a estar así siempre, que la
gente se cura", recuerda Mary.
Solución: fuera implantes
Muchas mujeres aseguran ver mejoras en sus síntomas nada más
salir de la operación de retirada de los implantes, y la mayoría ve que se difuminan
aún más a medida que pasan los meses. Paula lleva un mes explantada
y, aunque es consciente de que sigue en período de observación, confiesa que se
le cae mucho menos el pelo, tiene mejor ánimo, más energía, vista más clara y
mejor memoria.
Aunque el explante no es garantía
de que los síntomas desaparezcan, la mayoría está convencida de que es el
primer paso para la curación, pues creen que su cuerpo está rechazando ese
objeto extraño, cuya silicona contiene metales pesados y otros ingredientes tóxicos
para el organismo, según ha reconocido la FDA.
En el proceso de explantarse las
mujeres se enfrentan a varios escollos, como el coste económico de la operación
o la búsqueda de un cirujano que les entienda y esté dispuesto a retirar los
implantes bajo sus condiciones.
En cuanto al primero, muchas mujeres con síntomas llevan
meses ahorrando para costearse un procedimiento que suele fluctuar entre los
5.000 y 7.000 euros. "Lo único que me impide explantarme
es el dinero. En cuanto lo tenga, lo voy a hacer", cuenta Elisa, otra de
las afectadas. Muchas coinciden en que, hace años, los cirujanos decían que las
prótesis duraban toda la vida. Ahora saben que implantarse es un compromiso,
también económico. Según Isabel de Benito, presidenta en funciones de la
Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), aunque
no hay una fecha fija para cambiar los implantes, estos suelen tener una vida
media de 15 años. Además, advierte de que hay que revisarlos anualmente desde
la implantación y, si se observa algún problema, cambiarlos. Y la puesta de
implantes y los recambios cuestan también alrededor de 6.000 euros.
El segundo escollo que encuentran las mujeres que quieren
retirarse los implantes es el de encontrar cirujano. Algunos desaconsejan el explante porque, además de no creer que las prótesis sean
la causa del problema, deja un mal resultado estético. Así lo cuenta Ana:
"Fui en un principio a tres cirujanos. Los tres me dijeron que quedaría
mutilada, como si me hubiera hecho una mastectomía". Ahora lo comenta
tranquila, pues lleva meses sin implantes y sus pechos tienen un aspecto muy
agradable: "Hay que saber elegir cirujano. No todos saben hacer bien este
tipo de procedimientos".
En los grupos de Facebook se recomienda que el explante se realice en bloque, es decir, junto a su
cápsula, ese tejido que forma el cuerpo alrededor de las prótesis como
mecanismo de defensa. Esta intervención es más exigente que la simple retirada
de los implantes y requiere una mayor pericia por parte de los cirujanos.
Isabel de Benito sí que recomienda extraer también la cápsula en pacientes con
este cuadro de síntomas inespecíficos porque se trata de "un tejido con
cierta actividad biológica".
También lo cree así el cirujano Enrique de No-Louis, que ha explantado a varias integrantes del grupo, y ha visto su
mejora tras retirar implantes y cápsula. De No-Louis cree en la existencia de
la enfermedad y recuerda que "la FDA americana prohibió los implantes
mamarios de silicona desde el año 1992 hasta el 2006, precisamente por la
enfermedad asociada a implantes".
La clave para que la patología se reconozca oficialmente y
su diagnóstico sea más fácil está, según el cirujano, en identificar cuál es la
"cascada inflamatoria" que da lugar al desarrollo de estos síntomas,
y afirma que varios investigadores ya están trabajando en su descubrimiento.
Con la información disponible hasta ahora, De No-Louis
valora una serie de criterios para diagnosticar a una paciente de enfermedad
del implante mamario: en primer lugar, tiene que haber inflamación entre el
cuerpo y la prótesis; en segundo lugar, se tienen que presentar una serie de
síntomas inespecíficos que no existieran antes de ponerse los implantes; y, por
último, los análisis de sangre tienen que dar signos de enfermedad reumática.
Riesgo de linfoma
Otra enfermedad que se incluyó recientemente en los
consentimientos informados de este tipo de cirugías es el linfoma anaplásico de
células grandes asociado a implantes mamarios (BIA-ALCL). La FDA anunció la
relación directa entre este tipo de cáncer y los implantes en 2011. La SECPRE,
estima, en base a varios estudios, que la prevalencia del BIA-ALCL es de uno
por cada casi 16.018 mujeres implantadas; y la Agencia Española de Medicamentos
y Productos Sanitarios (AEMPS) había detectado, hasta abril de 2019, un total
de 26 casos en España.
La AEMPS, en colaboración con la SECPRE, puso en marcha, en
diciembre de 2017, el Registro Nacional de Implantes Mamarios, donde los
profesionales sanitarios pueden incluir información relacionada con las
intervenciones de implante y explante que realizan, y
el comportamiento de las mismas. Las afectadas por la enfermedad del implante
mamario en España celebran esta herramienta y confían en que sirva para que, en
un futuro, ninguna mujer viva su misma historia. "Lo que pedimos y
merecemos es información. Que la enfermedad no se oculte, que se investigue, y
que todas las mujeres y todos los médicos conozcan de su existencia",
recalca Anabel, impulsora de la asociación de mujeres afectadas por la
Enfermedad del Implante Mamario, España.